Fontes n°100 : Sergio Orozco Abarca

Fountain (Little Shepherd) in “The Ruins”, Cartago, Costa Rica.

Cartago, the city where I have lived all my life, was the first capital of Costa Rica, since its founding in 1563 until 1823, when the capital was moved to the city of San Jose, after a civil war .Cartago has remained at its current site since 1575. His first parish church was built in the east quadrant of the Main Plaza. Over three centuries, this temple was destroyed by several earthquakes in the city. The last one, the Santa Monica earthquake occurred on May 4, 1910. At that time, it was building a monumental parish church in granite stone, by remarkable craftsmen, some of them from Italy. Unfortunately, it could not be concluded because of the earthquake. For many years, “The Ruins”; –“Las Ruinas” in spanish– (as it is popularly called the unfinished temple) were closed; but in the 1940s, the Municipality of Cartago decided to build a beautiful garden inside, with lots of greenery and a beautiful pond full of water lilies and goldfish..

lasruinasIn the 1970s, the Municipality placed this small but beautiful iron fountain in the center of the pond. How did this fountain to the city? Its origin is still uncertain, but it is presumed permanence, since the nineteenth century. In 1991, an earthquake in a peripheral province of the country, affected "The Ruins" of the parish, and had to close them for several years. At that time, the fountain was damaged, so it was decided to keep it in a municipal warehouse, where it remains today. “The Ruins”, who hold the rank of Architectural Heritage of Costa Rica, were reopened to the public in 2012. Again with pond and fish, but without its beautiful fountain.

This fountain represents a lot to me, and survives in the memory of many Carthaginians, because for decades it functioned as a fountain of desires, especially for school children and youth in school, who visited the inner garden of "The Ruins" to throw coins into the fountain, in exchange for their dreams. It was common to see it full of coins every day. We will never forget those precious moments in store for us this wonderful corner of the ancient city, so full of legends and romance.

For me it was an immense fortune when I could determine (with the help of Dominique Perchet and Elisabeth Robert-Dehault, the ASPM), this fountain came from France, and that without doubt was cast by the famous casting Val d’Osne (See: Planche Volume: VO2_PL548 – Vasque, fountains catalog of Val d’Osne).

It is my firm hope that very soon the Municipality of Cartago take action appropriate in th interests of fountain and concrete plan to recover it. We want to see it again, in the middle of the pond, dispensing joy to visitors, to the delight of those who now live and who will live here in the future.


 

¿Por qué las fuentes nos seducen tanto? ¿es la belleza de su escultura acentuada por el cálido resplandor del agua?, ¿es el agua misma que cae en cascada, para deleite de nuestros ojos y oídos? ¿O es una combinación de todo ello? Creo que nos seducen, porque nos recuerdan nuestro primer hogar: ¡Nacimos en una fuente! Disfrutar de una fuente es siempre un viaje al origen.

Cuando recuerdo la emoción de todos los que éramos niños en los años 1960 y 1970, y visitantes asiduos al jardín interior de “Las Ruinas”, lo primero que pienso es en la pequeña fuente del pastorcillo, que siempre nos recibía con su sinfonía de agua, rodeada de aves, peces y nenúfares. Ella nos regalaba la “Oda a la Alegría” y, a cambio, le dábamos un mísero óbolo. ¡Con tan poco se conformaba nuestra preciosa fuente! ¿Qué otra cosa podía necesitar?

Nuestro deleite, sin embargo, consistía en lanzar un alimento furtivo a los peces, salpicarnos el uniforme escolar con el agua del estanque, correr por el jardín a través del pequeño puente del estanque, y en el momento supremo, tirar la moneda al plato sobre la cabeza del pastorcillo de la fuente. La idea era no fallar, y que la moneda cayera en el plato. Pero a menudo, uno fallaba, para burla de los otros chicos. Inclusive aquellos burlas formaban parte del encanto del lugar.

“Las Ruinas” (como se le conoce popularmente), en realidad es una iglesia inconclusa de la ciudad donde vivo: Cartago, Costa Rica. Cartago fue la capital colonial de Costa Rica, desde 1563 hasta el año 1823.

El jardín interior de “Las Ruinas” fue construido allí por la Municipalidad de Cartago, pues el edificio estuvo abandonado por décadas, después del terremoto de Santa Mónica, en 1910, que destruyó la ciudad casi por completo. En la década de los años 40, fue construido el jardín interior, y en la década de los 70, se colocó la fuentecita en el centro del estanque.

¿Cómo llegó esta fuente a la ciudad? Su origen aún es incierto, pero se presume su permanencia en ella, desde el siglo XIX. En el año 1991, un Terremoto en una provincia periférica del país, afectó “las Ruinas” de la Parroquia, y hubo que cerrarlas por varios años. En ese momento, la fuente sufrió daños, por lo que se decidió guardarla en unas bodegas municipales, donde permanece hasta hoy.

Esta fuente representa mucho para mí, y pervive en la memoria de muchos cartagineses, porque durante varias décadas funcionó como una fuente de los deseos, especialmente para niños de escuela y jóvenes de colegio, que visitaban el jardín interno de “Las Ruinas”, para echar monedas en la fontana, a cambio de sus sueños. Era común verla llena de monedas todos los días. Nunca olvidaremos aquellos momentos preciosos que nos deparaba aquel rincón maravilloso de la vetusta ciudad, tan lleno de leyendas y de romanticismo.

Para mí fue una inmensa fortuna cuando pude determinar (con la ayuda de Dominique Perchet y Elisabeth Robert-Dehault, de la ASPM), que esta fuente provino de Francia, y que, sin lugar a dudas, fue fundida por la famosa fundición Val d´Osne (Véase: Planche Volumen: VO2_PL548 – Vasque, del catálogo de fontanas de Val d´Osne).

Abrigo la firme esperanza de que muy pronto la Municipalidad de Cartago tome la acción debida en bien de la fontana y concrete un plan para recuperarla. Deseamos volverla a ver, en el centro del estanque, dispensando alegría a los visitantes, para deleite de las personas que hoy vivimos y de las que vivirán acá en el futuro.

CARTAGO, la ciudad donde he vivido toda mi vida, fue la primera capital de Costa Rica, desde su fundación, en el año 1563, hasta el año 1823, cuando la capital fue trasladada a la ciudad de San José, luego de una guerra civil. Cartago ha permanecido en su sitio actual, desde el año 1575. Su primer Templo Parroquial, fue construido en el cuadrante este de la Plaza Principal. A lo largo de tres siglos, este Templo fue destruido por varios terremotos que asolaron la ciudad. El último de ellos, el Terremoto de Santa Mónica ocurrió el 4 de mayo de 1910. En ese entonces, se estaba construyendo un monumental Templo Parroquial en piedra de granito, a cargo de notables artesanos, algunos de ellos provenientes de Italia. Lamentablemente, no pudo ser concluido, a causa del Terremoto. Durante muchos años, “Las Ruinas” (como se le denomina popularmente al templo inconcluso) estuvieron cerradas; pero en la década de 1940, la Municipalidad de Cartago decidió construir un bello jardín en su interior, con mucha vegetación y con un lindo estanque lleno de nenúfares y peces de colores.

En la década de 1970, la Municipalidad colocó esta pequeña pero hermosa fontana de hierro, en el centro del estanque. ¿Cómo llegó esta a la ciudad? Su origen aún es incierto, pero se presume su permanencia en ella, desde el siglo XIX. En el año 1991, un Terremoto en una provincia periférica del país, afectó “las Ruinas” de la Parroquia, y hubo que cerrarlas por varios años. En ese momento, la fontana sufrió daños, por lo que se decidió guardarla en unas bodegas municipales, donde permanece hasta hoy.

“Las Ruinas”, que ostentan el rango de Patrimonio Arquitectónico de Costa Rica, fueron reabiertas al público en el año 2012. De nuevo con estanque y peces, pero sin su bella fontana.

Esta fontana representa mucho para mí, y pervive en la memoria de muchos cartagineses, porque durante varias décadas funcionó como una fuente de los deseos, especialmente para niños de escuela y jóvenes de colegio, que visitaban el jardín interno de “Las Ruinas”, para echar monedas en la fontana, a cambio de sus sueños. Era común verla llena de monedas todos los días. Nunca olvidaremos aquellos momentos preciosos que nos deparaba aquel rincón maravilloso de la vetusta ciudad, tan lleno de leyendas y de romanticismo.

Para mí fue una inmensa fortuna cuando pude determinar (con la ayuda de Dominique Perchet y Elisabeth Robert-Dehault, de la ASPM), que esta fuente provino de Francia, y que, sin lugar a dudas, fue fundida por la famosa fundición Val d´Osne (Véase: Planche Volumen: VO2_PL548 – Vasque, del catálogo de fontanas de Val d´Osne).
Abrigo la firme esperanza de que muy pronto la Municipalidad de Cartago tome la acción debida en bien de la fontana y concrete un plan para recuperarla. Deseamos volverla a ver, en el centro del estanque, dispensando alegría a los visitantes, para deleite de las personas que hoy vivimos y de las que vivirán acá en el futuro.

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Fontaine qui se trouvait dans le jardin intérieur de « Las Ruinas » de la paroisse de Saint-Jacques, à Cartago. Elle était là depuis les années 1970 jusqu’en 1991, lorsque le site a été frappé par un tremblement de terre. Aujourd’hui la fonte est brisée, se trouve dans un entrepôt municipal, en attendant la reconstruction et la restauration. Photo d’Eduardo Castillo Rojas/Sergio Orozco Abarca. Circa 1990.

asilicgapui1922Fontaine devant la maison de l’administrateur de l’hôpital « Asilo Chapuí », San José Costa Rica (disparu dans les années 1960) Photo: Manuel Gómez Miralles (1922)

Il existe une autre fontaine dans la cour du Collège Séminaire de Barrio des Nations Unies, San Jose, Costa Rica. Elle appartient à l’Ordre, depuis le XIXe siècle, installée dans la cour de l’ancien bâtiment du Collège Séminaire au centre-ville de San Jose.

 


Sergio Orozco Abarca est philologiste. Après avoir développé pendant des années des dictionnaires électroniques, il a créé  sa petite entreprise dans l’industrie alimentaire. Parallèlement, depuis quatre ans, il travaille de lui-même sur les fontaines en fonte d’époque victorienne  importées d’Europe et sur les fontes artistiques, lampadaires, kiosques. Cette recherche lui permis de repérer des fontes d’art françaises qu’il nous fait découvrir.


Fontaine « Petit Berger » ) “Las Ruinas”, Cartago – Costa Rica

Cartago, la ville où je vis, a été la première capitale du Costa Rica de 1563 à 1823. La première église a été construite à l’Est de la place principale de la ville. Pendant trois siècles, l’église a subi plusieurs tremblements de terre. Le dernier, a eu lieu le 4 mai 1910 au moment même où on construisait une église monumentale en granit, ce qui eut pour effet d’arrêter les travaux : Las Ruinas (ainsi est appelé ce lieu par les habitants de la ville), d’abord fermé au public est devenu, après les années quarante, un jardin d’agrément avec bassins, poissons d’or, fleurs, verdure… Dans les années soixante-dix, une fontaine en fonte a été installée. Comment est-elle arrivée là ? Son origine est incertaine mais on suppose qu’elle était déjà dans le pays depuis le XIXe siècle. En 1991, un nouveau tremblement de terre conduit les autorités à fermer à nouveau Las Ruinas. À cette date, la fontaine était endommagée, aussi on l’entreposa dans un local municipal où elle est toujours.
Las Ruinas a été classé « Patrimoine architectural du Costa Rica » et réouvert en 2012 : avec sa mare, ses poissons mais sans la fontaine. Elle compte beaucoup pour moi ; pour de nombreux Carthaginiens, elle est encore dans les mémoires car elle a été, pendant des décennies, une fontaine « de désirs », spécialement pour les enfants des écoles qui visitaient ce jardin, qui jetaient une pièce de monnaie dans le bassin pour que leurs vœux se réalisent. Chaque jour, on pouvait voir ainsi plein de pièces. Impossible d’oublier ces précieux moments dans ce coin de l’ancienne ville, si pleine de légendes et de charme. Pour moi, ce fut une grande chance de pouvoir identifier cette fontaine, son origine française (du Val d’Osne).

J’ai aussi le ferme espoir que la municipalité de Cartago fera le nécessaire pour restaurer la fontaine. Nous voulons la voir à nouveau au milieu de la mare, dispensant de la joie aux visiteurs. Pour le plaisir des habitants d’aujourd’hui comme pour les générations futures.

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